Jugador Profesional

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MI PASO POR LA ACADEMIA

En 1964, antes de terminar mi carrera de contador público, tomé una decisión importante: dejar de trabajar en la Fábrica de Hilos Pirámides para ingresar en el despacho de auditoría Price Waterhouse donde, a pesar de recibir una remuneración menor a la mitad, colaboré por más de dos años y adquirí buena experiencia para consolidar mi vida financiera. El despacho fue una verdadera academia de capacitación antes de comenzar en las ligas profesionales; participé en más de 15 auditorías externas y me di cuenta cuán comprometedor es firmar un dictamen sobre los estados financieros, porque algunas empresas pasan bolas rápidas para despistar a los auditores y, como el trabajo de auditoría se realizado por pruebas selectivas, no siempre se llega a la conclusión ideal del dictamen que tan seguido escuchamos: “los estados financieros presentan   razonablemente la situación financiera de la empresa”. 

Además, tuve la oportunidad de realizar trabajos en el área de impuestos con lo cual adquirí gran experiencia en el tema fiscal, lo que me benefició posteriormente en el sector bursátil; así pude recomendar a clientes la  estrategia adecuada para ser grandes negocios. 


INCURSIÓN EN EL MUNDO BURSÁTIL Y EMPRESARIAL

A pesar  de que me ofrecían un gran futuro, renuncié al despacho de Price Waterhouse y en 1966, un año después de haber terminado la carrera, entré a trabajar con mis primos Carlos y Pepe Slim. Carlos era presidente del consejo de Inversora Bursátil y desde un principio me nombró director general. Entonces tenía veintidós años. Esta decisión cambió mi vida profesional, porque dentro de  lo que aprendí en mi carrera: contabilidad, impuestos, auditoría y consultoría en administración, me incliné hacia la rama financiera y bursátil, es decir, descubrí mis facultades para jugar posiciones difíciles tanto como lanzado como receptor. De Carlos aprendí a tener la habilidad de resolver varias situaciones al mismo tiempo. Él es un gran pitcher,  siempre dijo que llegaría a ser el empresario más importante de México y sus envíos al home, lo llevaron a lanzar varios juegos sin hit ni carrera y logró ser uno de los empresarios más exitosos del mundo.

2000. Pasan los años. Carlos y yo, seguimos admirando el árbol de Tule.

Carlos y Pepe, además de la casa de bolsa, tenían varios negocios y me invitaban a colaborar con ellos: constructora, pedrera, arenera y una embotelladora de refrescos en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. Este último negocio era manejado por Pepe y, durante varios años viajamos los jueves para regresar los viernes en la noche o sábados, lo que me permitió entablar una amistad muy estrecha con Pepe y pude conocer su gran calidad humana, así como su sabiduría para hacer más agradable la vida. Él ha sido una de las personas que más he admirado por su sencillez y fraternidad, era un manager que sabía recomendar el momento oportuno para cambiar al lanzador o meter bateador emergente, fue un verdadero amigo dispuesto a estar conmigo en las buenas y en las malas. Esta relación  permitió que, aún cuando los siguientes años seguimos caminos distintos profesionalmente, conserváramos nuestra amistad. 

1968. Con José Slim Helú, en mi examen profesional en la UNAM.

Nos reuníamos con frecuencia para comentar todo tipo de temas, desde beisbol, negocios, cultura, amores y cómo ayudar a resolver las necesidades de la gente. Con él y otros amigos fui a la Serie Mundial de Beisbol, en 1986, convivimos diez días entre Nueva York  y Boston, ahí me comentó que dejaría de ser el soltero feliz. Se casó en 1987 a sus cincuenta años, pero lamentablemente falleció al poco tiempo. Recuerdo a Pepe con mucho cariño, en esos últimos años hablábamos por teléfono diariamente. Estoy seguro de que él hubiera gozado conmigo la adquisición de los Diablos Rojos del México y me visitaría con frecuencia en Oaxaca.

En 1968 coincidieron en vida varios factores: en junio me saqué la lotería, el premio gordo dividido con Pepe Slim y otros premios y amigos, lo que me permitió comprar una acción en la Bolsa  de Valores, que me daba independencia económica para los años futuros. También me asocié adquiriendo el 10 por ciento de embotelladora de refrescos  de Cuernavaca ya mencionada y compré aproximadamente el 5 por ciento de Bienes Raíces Mexicanos, S.A. 

Posteriormente, vendí estas dos últimas inversiones. Una semana más tarde, me recibí de contador público en la UNAM, aun cuando había terminado y entregado mi tesis dos años antes, tenía que esperar mi turno en la universidad para que los sinodales tomaran sus decisiones para programar el examen profesional. En julio realicé mis exámenes para obtener mi calidad de agente de bolsa y obtuve la aprobación de más de dos terceras partes de los agentes. Esto me permitía operar de viva voz en la Bolsa de Valores, sistema que empezó en 1894 y terminó en 1999, cuando la operación pasó de los gritos en el piso de remates a la compraventa de valores a través de los medios electrónicos. En agosto me casé con Silvia Calderoni Guerrero, nacida en Matamoros, Tamaulipas, a quien conocí en esa ciudad en una de mis visitas como auditor del despacho de Price Waterhouse. Con ella tuve tres hijos: Alfredo, Sissi y Charbel.

1979. Alfredo Harp Helú con Silvia Calderoni y sus tres hijos: Charbel, Sissi y Alfredo.

En los años sesenta y hasta 1975, los socios de la bolsa o agentes de bolsa promediaban más de sesenta años de edad y la generación a la que yo pertenecía promediaba treinta años. Así, los nuevos agentes revolucionamos el sector bursátil, al promover cambios de leyes e institucionalizar el negocio a través de las casas de bolsa con personalidad jurídica propia y así fueron desapareciendo las personas físicas.

En 1970, Roberto Hernández, Roberto Olivieri y yo nos asociamos en Inbursa con Carlos Slim, éramos una generación de jóvenes agentes de bolsa empeñados en desarrollar el negocio bursátil. Olivieri manejaba valores de renta fija, aun cuando en esa época no habían aparecido ni siquiera los certificados de la tesorería (Cetes); Roberto Hernández era el mayor generador de ingresos importantes al promover órdenes de inversionistas institucionales, principalmente bancos; Carlos ya destacaba como un empresario diversificado en negocios bursátiles, inmobiliarios, industriales y en el ramo de la construcción, y a mí me tocaba administrar la casa de bolsa. 

1977. En la Bolsa Mexicana de Valores.