Mi abuelo paterno, Bejos Harb,* nació en Kferzainha, la cabecera de Dimán en Líbano. Era administrador de la Iglesia Maronita Católica en el norte de su país. Decidió emigrar a América, pensaba llegar a Estados Unidos, porque tenía un hermano llamado Richard que vivía en New Hampshire, cerca de Massacusetts. Por azares del destino lelegó a México en 1923 acompañado de mi padre Alfredo que tenía en ese entonces catorce años.
Ese mismo año, Bejos y mi padre llegaron a Oaxaca. Mi Yyiddo, el abuelo, eligió vivir en ese lugar, porque le recordaba su tierra, disfrutaba el clima, las montañas, la comida y el trato de su gente. En 1929, mi Yyiddo regresó a Líbano para traer al resto de su familia; Catur Abur, su esposa, y sus hijos; Fortunato, Josefina, Mane, Antonio, Tere y Juan. Mientras tanto, mi padre se quedó en la ciudad de México.
En la ciudad de Oaxaca, la familia Harp se dedicó al comercio de ropa. Más tarde se volvió fabricante, confeccionaba principalmente prendas de mezclilla y gabardina. Bejos y sus hijos tenían una tienda llamada La Esperanza en la calle de Valdivieso, frente al Sagrario de la Catedral de Oaxaca; también vendían mercancía por todo el estado, en ocasiones viajaban a caballo por la sierra o por la costa de Oaxaca. Tardaban varias semanas en regresar, incluso hasta dos meses. Mi padre y mis tíos conocieron, mejor que nadie, la belleza del territorio oaxaqueño, y encontraron que ahí se situaba el mejor campo de pelota.
Mis abuelos cocinaban muy bien; compraban carnero en el mercado 20 de Noviembre y preparaban comida libanesa. Siempre tenían verduras y frutas frescas que sembraban en un pequeño huerto en el jardín de su casa. Me imagino que pensaban regresar al Líbano, pues jamás adquirieron las maravillosas casas del centro historico donde vivieron o donde estaba la tienda, a pesar de que eran predios muy baratos, ya que en 1931 ocurrió un terrible terremoto, mucha gente salió de Oaxaca y vendió sus propiedades a un precio reducido. Además mi Sette, la abuela Catur, nunca aprendió a hablar bien el español y murió con la ilusión de volver a su patria.