Pelotero Institucional

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BOLSA MEXICANA DE VALORES

En 1998, después de una de las crisis económicas internacionales más graves, los mercados financieros estaban destrozados. Fui nombrado presidente del Consejo de Administración de la Bolsa Mexicana de Valores, S.A., de la Asociación Mexicana de Casas de Bolsa, y vicepresidente del Instituto del Depósito de Valores, cargos en los que me tocó reconstituir el capital social de la bolsa que se había perdido y convencí  a los socios  de aumentar dicho capital lo que permitió terminar la construcción del inmueble símbolo de la bolsa, que se encuentra en Paseo de la Reforma y Río Rhin, el llamado Centro Bursátil.

También fui parte de los representantes empresariales que, junto con los sectores obrero  y campesino y el gobierno, nos reuníamos cada semana en un pacto de solidaridad económica que permitió estabilizar el tipo de cambio, bajar las tasas de interés y reducir drásticamente la inflación, que apunta en ese año a alcanzar niveles superiores al 200 por ciento anual.


1988. Alfredo Harp Helú, como presidente de la Bolsa Mexicana de Valores.

Mi paso como presidente de la bolsa, por poco más de dos años fulminó con la inauguración del Centro Bursátil que tenía las instalaciones más modernas. Pensamos que serían las adecuadas para varios años y continuaría la tradición de operar a viva voz en el piso de remates. ¡Quién iba a decir que a menos de diez años de su apertura, la operación en México se hubiera automatizado de tal manera que eliminó los gritos en bolsa! Para todos aquellos que fuimos agentes de bolsa y posteriormente apoderados operadores nos invade la nostalgia con este cambio que, sin duda, ha sido beneficio para la eficiencia y transparencia que requiere un mercado de valores.

1990. Alfredo Harp Helú, dirige unas palabras en el último remate de la Bolsa Mexicana de Valores, ubicada en Uruguay núm. 68.

No puedo dejar de mencionar que la profesión de agente o corredor de bolsa es considerada la más valiente, se requiere de firmeza enérgica para tomar decisiones y quiero remarcar la importancia de la palabra “cerrado” ya que en este ámbito significa elevar a un contrato no escrito el acuerdo que deben cumplir las dos partes, vendedor y comprador. Para nosotros los agentes de bolsa el lema “la palabra es nuestro compromiso” se convirtió en un hábito en los miles de actos que celebramos en nuestras vidas dentro y fuera de la bolsa. Por eso nos enfurece tanto que en otras actividades algunas contrapartes se rajen y que con la mayor tranquilidad no respeten su palabra. 

1990. Último remate en el antiguo edificio de la Bolsa Mexicana de Valores.

La bolsa es un buen ejemplo de lo que significa la democracia al interior de una institución; cada socio tiene derecho a un voto sin importar el tamaño o el volumen de sus operaciones. En la sesiones diarias que sucedían en el piso de remates, las rivalidades provocaban diferencias que se defendían entre los competidores que nos veíamos las caras todos los días, pero siempre llegamos a coincidir en un final justo y muchas veces terminábamos en agradables comidas o en juegos de dominó en restaurantes y cantinas del Centro Histórico como el Prendes, El Hotel Ritz, El Hotel Majestic, El Hotel Ciudad de México, El Hotel Isabel, El Mesón del Castellano, El Danubio; La Universal, La Puerta del Sol,  El Bar Alfonso,  El Bar Victoria, Los Espejos, La Ópera,  El Gallo de Oro, y uno de mis favoritos de siempre, el restaurante El Ehdén.

2000. Último remate de la antigua Bolsa Mexicana de Valores.

De aquellos años en la antigua bolsa ubicada en Uruguay núm. 68, recuerdo que mi amistad con grandes competidores se fortaleció gracias al encuentro diario en el piso de remates. Con algunos de ellos nuestra relación se hizo mayor gracias a las actividades familiares y deportivas fuera de los negocios; tal es el caso de mi compadre Fernando Obregón y Manuel Tapia. 

1990. Operadores de Accival en el último remate en Uruguay num. 68. Carlos Levy, Alfredo Harp Helú, Eduardo Navarro y José Marrón.